¿Qué busca el hombre más rápido del Perú tras romper el récord nacional luego de 37 años? Esta es la historia del velocista y embajador PRO que representa al Perú en los Juegos Panamericanos Lima 2019.
Al “hombre más rápido del Perú”, alguna vez le faltó rapidez.
Poco antes, incluso, que lo llamen así.
Su principal habilidad no fue suficiente para llegar de forma directa al Iberoamericano de Brasil 2014. El tiempo que registró en la prueba clasificatoria de los 100 metros planos no era el que se requería para estar presente en dicha competencia internacional.
Las autoridades deportivas permitieron su inclusión solo por aproximación de marca. Pese a ello, Andy confiaba en quedar en el podio y, quizá, romper el récord nacional, como lo venía proyectando y soñando.
Dos años antes, en el 2012, en el Grand Prix de Bolivia, hizo su mejor marca, de 10 segundos y 51 centésimas, que era a su vez la segunda mejor de la historia de un atleta peruano. Fue en esa carrera en la que se dio cuenta, junto a su entrenador Luis Gala, que romper el récord nacional de 10 segundos y 43 centésimas, perteneciente a Fernando Acevedo desde 1977, no era insuperable.
Y tuvo razón. En el torneo brasileño, al que casi no clasifica, se impuso con un registro de 10 segundos y 30 centésimas, y salió campeón. Desde ese momento, Andy Martínez pasó a ser “el hombre más rápido del Perú”, como de inmediato lo bautizaron, dejando en blanco y negro la marca de Acevedo. Como él mismo explica, este resultado es producto de una preparación de muchos años y de una fe inquebrantable. Nada llegó fácil. Nada fue fácil.
–Veníamos trabajando para mejorar la marca y el resultado fue sorprendente. Fue una bendición de Dios lograr el récord y ganar el campeonato. Nadie se esperaba eso. Yo la considero la carrera del milagro –refiere el velocista aún con cierta nostalgia por cómo se dieron las cosas.
Pero él no se contentó con ese triunfo. No era para menos, pues él entiende la vida como una prueba constante para superarse a sí mismo, ser mejor cada día y no quedarse nunca en el mismo lugar. Su vida es una metáfora del atletismo, siempre va hacia adelante y cada vez más rápido. Andy confiaba en poder reducir aún más su marca personal. Y así lo hizo.
En abril del 2016, participó en el Grand Prix Sudamericano, en Bolivia, y superó su propio récord. El velocista hizo 10 segundos y 28 centésimas en los 100 metros planos, y otra vez se metió en los libros de historia del deporte peruano. Dos centésimas menos en dos años fueron suficiente para que esa marca sea inalcanzable hasta el día de hoy.
El niño al que le costaba caminar
Quién iba a pensar que un niño que tenía dificultad para caminar llegaría ser el mejor velocista del país. Su mamá le contó que una patología en el tobillo –tal como él le confesó al diario Correo– le impedía aprender a dar sus primeros pasos. Algunos doctores, incluso, habían sentenciado que estaría imposibilitado de practicar algún deporte.
Así es como, antes de aprender a hablar, sin siquiera saberlo, Andy empezaba su historia de superar cualquier obstáculo que se encuentre adelante. Solo tenía que correr para demostrarlo.
Tenía nueve años cuando fue descubierto por su profesor de Educación Física del colegio José María Arguedas de Surco, Luis Gala, quien lo veía correr y ya notaba que aquel muchacho tenía una habilidad especial para un deporte poco practicado en el país: el atletismo.
Desde entonces, empezaron a practicar para soñar en grande. A Andy empezó a gustarle las carreras. Entrenaba por las tardes y, como la situación económica no era la mejor, corría junto a unos amigos desde su casa, en la Urbanización San Roque, en Surco, hasta el estadio barranquino Luis Gálvez Chipoco.
Y, desde un principio, tuvo claro que correr no solo era (es) un trabajo conjunto de equilibrio entre las extremidades y la aceleración de cada zancada, sino mucho más. Servía para mucho más: correr para ser libre, correr por un sueño, correr para representar al país, correr contra sí mismo y contra los rivales, correr contra las propias limitaciones. “Es mejor correr para ganarle al miedo, por alcanzar algo soñado, para lograr nuestras metas”, dice Andy en un spot publicitario.
Usain Bolt, el hombre más rápido de la historia con 9 segundos y 58 centésimas, y 8 medallas olímpicas, declaró que corría para ser el mejor, pero también para ser el más grande. En abril último, el atleta jamaiquino llegó a nuestro país y le ganó una carrera a un mototaxi. Antes, Andy Martínez, el hombre más rápido de la historia del Perú, había competido contra una combi y también salió victorioso. El hombre fue más que la máquina. Las piernas más que las ruedas. El cerebro más que el motor.
Sus lesiones, su retorno y la primera medalla
Claro que todo no fue una conquista del viento. Andy cuenta que una lesión lo alejó del atletismo a fines del 2009. Nunca supo con precisión de qué trataba, pero era algo muscular o relacionado con los ligamentos. Aún no integraba ningún seleccionado y no era supervisado por un departamento médico. Él comenta que dicha lesión no le permitía desplegar su velocidad, por lo que fue abandonando las pistas.
Algunos meses después fue mejorando y se le presentó una oportunidad para jugar fútbol en las divisiones menores del Juan Aurich. Andy la aprovechó, pero nunca vio el balompié como algo serio y solo estuvo inmerso en ese deporte durante tres o cuatro meses. Fue su profesor y entrenador, Luis Gala, quien lo convenció para que regresara al atletismo y representara al Perú.
Andy no dudó. El sueño de ser un abanderado peruano era posible, pero había que correr y aquello no le era extraño. El Campeonato Juvenil Sudamericano en Chile, en octubre del 2010, fue su primera competencia internacional. El velocista peruano ganó la medalla de plata y batió su primer récord nacional, pero en categoría menores: 22 segundos y 22 centésimas en los 200 metros planos.
Volver y salir airoso era un camino tácito en su carrera. Como aquella vez en que una pubalgia, lesión en la zona inguinal que une la cavidad abdominal y las extremidades, no le permitió participar en ninguna competencia por casi un año. Dicha dolencia que, para otros atletas puede ser el anuncio de su retiro, no significó un obstáculo para el velocista nacional.
Pese a sentir pequeñas molestias, Andy participó en el Grand Prix Sudamericano Mario Paz, en Bolivia, en mayo del 2018, dejando atrás su ausencia en las pistas. Fue un 13 de mayo, el día de la Virgen de Fátima. Lo recuerda perfectamente, pues él y su familia son devotos de la madre de Jesús. Andy se sentió protegido en ese torneo. La medalla de bronce en su pecho fue su gran recompensa después de mucho tiempo sin competir.
Una lesión no iba a detener sus ganas de correr, de demostrar, una vez más, que la potencia de sus piernas podían más. Que él podía más.
Ser el más rápido no le basta
El hombre más rápido del Perú siempre está en la búsqueda de más retos. Por eso mismo no solo tiene el récord nacional en los 100 metros. En abril del 2016, batió la marca nacional en los 200 metros planos al registrar 20 segundos y 58 centésimas en el Grand Prix en Bolivia. Pero dicho tiempo no fue suficiente para clasificar a los Juegos Olímpicos Río 2016.
Él comenta que era difícil, pero que quedó fuera por poco. Sin embargo, comprobó que el sueño de estar en una olimpiada no era inalcanzable.
–Me quedé por 8 centésimas. Pedían 20 segundos y 50 centésimas. Fue duro por el hecho de estar cerca, pero a la vez tenía que estar contento por hacer una gran marca. Hizo que me diera cuenta que se podía alcanzar algo más. Era una marca importante y a la vez me motivó.
Estar en una olimpiada, el cónclave más importante de los deportistas, es uno de los grandes sueños de Andy Martínez. Ser el hombre más rápido de todo un país no basta. Tokio 2020 se avizora como algo real y un lugar donde quiere correr.
Pero antes, desea triunfar en los Juegos Panamericanos Lima 2019. Allí, con el apoyo de su familia y los peruanos que asistan a las competencias, se sentirá respaldado. Dice que es la primera vez que correrá una competencia internacional en Lima y eso lo motiva aún más.
—Es momento muy bonito. Estoy mentalizado. Mi idea es mejorar la marca y que ese nuevo récord me lleve a estar en la final.
Reducir aquel tiempo que, para cualquier persona, podría parecer imposible no lo es para Andy. Nunca lo fue. Ni lo será.